Nicola de Instabili Vaganti Compagnia Teatrale.

“Participar en el Fitich para nosotros fue una experiencia única. Nosotros somos una compañía que existe hace 12 años y hemos realizado una gira mundial. Hemos ido a diferentes lugares del mundo, conocemos diferentes culturas: Corea, China, Irán, México, todo el norte de Europa, Chile, Argentina, India, hemos sido parte de muchísimos festivales de teatro. Pero la experiencia del Fitich fue algo diferente, particular, porque es una sensación única llegar a un lugar donde no hay teatro. Llevarlo al frente de unas personas que no están acostumbradas y que por tanto le dan al teatro un valor único”.
“El otro aspecto particular del Fitich es que no sólo lleva el teatro a la gente que no está acostumbrada, sino que además lleva un teatro contemporáneo, de experimentación y de altísima calidad”.
“El Fitich más que festival de programación de obras es un festival donde se construyen proyectos. Entonces nos sentimos muy contentos de participar con Harapos de la memoria, nuestra obra El rito y nuestro taller La memoria del cuerpo y la canción de la ausencia, porque nuestro proyecto es completo cuando se junta la creación, la formación y la búsqueda”.
“Las tradiciones culturales en Chiloé, en la región de Los lagos, son muy fuertes, son un patrimonio muy rico y el taller nos dio la posibilidad de entrar en contacto con ese patrimonio”.
“El contacto con el público fue muy fuerte. Nos gustó mucho la experiencia de adaptar cada vez nuestra obra a un diferente lugar. Cada día repensamos todo el diseño de luz, la instalación, el espacio. Cada día repensamos una nueva disposición del público”.
“Las dos primera funciones fueron en Curaco de Vélez con un público de liceo muy joven, que recibió muy bien una obra muy densa, de emociones y ellos se emocionaron mucho y ver jóvenes que se emocionan es muy fuerte”.
“Dar la función en la capilla de Nercón fue verdaderamente una experiencia única porque para una obra como El rito es como si ese lugar fuera “su” lugar. Entonces adaptamos muchísimo la obra, haciendo cantos en el piso de arriba de la iglesia, haciendo acciones pequeñas dentro del confesionario, creando el espacio justo para el público. Se despertó una atmósfera verdaderamente especial”.
“En la capilla de Nercón hubo una niña que fue a ver la función con su mamá. Al término de la obra vino a buscarme y su mamá me dice “mi niña quiere darle un fuerte abrazo porque te vio triste en la obra”, porque la acción es muy dramática; entonces esta niña quería abrazarme para consolarme, darme su energía y su agradecimiento”.
“El taller nos permitió entrar más en contacto con las personas; tuvimos participantes desde los 14 a los 50 años, generaciones muy diferentes que se juntaron con el tema de la búsqueda de la memoria. Y cuando terminamos el taller con la muestra, nos gustó muchísimo lo que dijo una persona del público. Al ver a una persona que él conoce, en la presentación del centro cultural de Osorno, comentó que nunca se imaginó que esa persona pudiera hacer algo así.
Dijo además que todos tenían una cara completamente diferente a la que veían todos los días en Osorno”.
“Lo que está haciendo el Fitich es un trabajo muy, muy importante, porque está empezando algo, está educando generaciones teatrales. Esto es muy importante para este país, donde todo está centralizado en Santiago, y eso fue posible porque el equipo del festival es muy eficiente, todos son muy gentiles, trabajan muchísimas horas, nos llevaron de un lugar a otro, preocupados de hacer los montajes de la mejor manera posible. Por eso agradecemos muchísimo toda la máquina del Fitich que es genial”.
“Este festival te permite conocer lugares hermosos, conocer la gente, la cultura, la comida, tradiciones que no tienen que perderse. Para nosotros fue como una gira de un año, pues pasamos el frío del invierno en Castro, el calor del verano en Osorno, entonces fue muy intenso, una experiencia que no vamos a olvidar y que vamos a contar en Europa, para que se conozca este festival y se conozca la cultura de esta región”.